CRÓNICA LITERARIA: "Cuando todo sea antes" (B. González)








El pasado 9 de abril se presentó en Granada la primera novela del prestigioso jurista Blas Alberto González Navarro, actualmente Director del Área de Propiedad Intelectual e industrial, Medios y Protección de datos del despacho Cuatrecasas, Gonçalves Pereira. Le acompañaron en el acto de presentación Jorge Bucay y José Mª Fernández Seijo, además de un numeroso grupo de amigos y familiares. Sosteniendo entre las manos un ejemplar de Cuando todo sea antes, Bucay se cuestionaba por qué escribía un abogado. A esta pregunta dio respuesta él mismo, tras leer un párrafo de las primeras páginas de la novela, con otra nueva, pero formulada en sentido inverso: por qué un escritor es abogado.

Hoy, Día del Libro, releemos una de las obras de J. L. Sampedro, titulada Escribir es vivir. De ella extraemos algunas ideas, como la imposibilidad de establecer barreras entre la vida y la obra de un escritor sincero, ya que “el escritor auténtico escribe con su carne, su sangre, su médula, lo mismo que la araña teje su tela con su propio cuerpo”. Según Sampedro, las dos reglas básicas para la escritura, son: “1ª) Que la escritura salga de dentro, que responda a una necesidad interior y 2ª) Que, una vez embarcados en la escritura, hay que entregarse, sumergirse a fondo, creer y vivir lo que se escribe”. Como indicaba Fernández Seijo en la presentación (y también el propio autor), en esta novela hay mucho del escritor. No cabe duda que en esta opera prima, Blas González se ha entregado; ha creído y vivido lo que ha contado. Se escribe entonces porque se necesita. Sólo hay que empezar. Y así lo hizo el autor hace unos cuantos veranos siguiendo el consejo de su amigo Miguel Pasquau, también jurista y escritor.

En el marco principal de una entrañable e histórica ciudad, Granada, transcurre gran parte de la historia de unos magníficos e inolvidables personajes que nos transportan por un tiempo que aún existe en nuestra memoria. Como trasfondo, diversas tramas políticas (y también jurídicas), pero destacando en primer plano unas relaciones personales llenas de vida y portadoras de los más variados sentimientos, entretejidos por una muy intensa historia de amor (o mejor dos…). Presiden la novela, a lo largo de todas sus páginas, los personajes femeninos y el alma de la mujer, especialmente el alma de Lola. Y como consortes, dos hombres totalmente distintos, pero no muy distantes: amantes, amigos, guardianes.

Nos quedamos con un breve párrafo de la novela que esperamos invite a su lectura. Es nuestra recomendación para cualquier día (aunque no aparezca en el calendario como Día del Libro):


"...ya habrá tiempo, ahora no, dile que ha sido en una reyerta en el patio con otro recluso, cualquier cosa, no le digas la verdad, ya habrá tiempo, que viva tranquila, ya puede hacerlo… Y sí que hubo tiempo, desde luego que lo hubo...". 


Desde aquí, gracias al autor por haberse decidido finalmente a publicar esta magnífica historia, que pudo quedar guardada en un cajón esperando un mejor tiempo. Y por hacernos notar entre sus páginas el inconfundible soplo del viento de levante… ¡Enhorabuena!


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